Le Pont de l’Alma

pontHe estado en muchos lugares y realmente no he visitado ninguno. Mi nombre tiene matices de conquistador, Marco, y de viajero, y sabe Dios que lo soy, de lo segundo por lo menos estoy seguro. Aquel viaje partí de Madrid hacia un lugar que, aunque cercano, nunca había visitado, París. Salimos temprano, con las primeras luces del alba. Soy de aquellos que, consciente del paso del tiempo, consideran que el viaje comienza al abrir la cremallera de la maleta, aún vacía, para comenzar a llenarla de objetos afortunados que marcharán contigo rumbo a un destino que aún desconocen. Disfruto de cada momento antes, durante y después de los viajes que realizo. Cada paso dado, cada kilómetro recorrido, cada lugar dejado atrás en un autocar que no para en estaciones no programadas, que no se detiene en ningún pueblo fuera de ruta, impasible a los gritos de esa vieja iglesia que, triste, nos pide que paremos para visitarla, muy consciente de que sin turistas, su vida está avocada a la ruina, a la falta de conservación. La veo pasar entristecido desde la ventanilla de este autocar tan decidido a cumplir sus horarios que no volverá la vista atrás. No soy persona dada a la conversación con extraños y durante los viajes está prohibido que los demás se dirijan a mi. No, no soy un preso en traslado penitenciario. Soy el conductor. Conduzco a las personas hacia sus objetivos, unas veces son viajes de placer y otras de necesidad. No hay mucha gente que se dirija a mí durante los trayectos, ni siquiera en las paradas, pero me gusta inventar las historias de cada pasajero, de cada vida que llevo en los asientos de mi flamante montura.

Aquel viaje fue tan especial…Me hizo amar París para siempre.

Fragmento del relato finalista en el Certamen «ALSA. Cuentos sobre ruedas» ed. 2008. ¡Por fin han editado el libro!

2 respuestas to “Le Pont de l’Alma”

  1. Preciosa historia, guapa. ¡Gracias por regalarme un ejemplar de tu libro, me ha hecho mucha ilusión!
    Bss

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